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Reikiavik
El punto final de nuestro viaje fue Reikiavik, una ciudad…grande, pero teniendo en cuenta lo grandes que son allí las poblaciones. Vamos, que no podemos compararla con otras capitales europeas, aunque tiene su encanto. Es una ciudad moderna, que recuerda a otras ciudades escandinavas pero con menos monumentos, y que ofrece un contrapunto interesante a un viaje básicamente «natural», de ver y admirar paisajes.
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Maravillas naturales
Muy cerquita de Reikiavik nos encontramos con tres de los puntos naturales más visitados de Islandia:
- Catarata de Gullfoss: caminando en romería nos topamos con una catarata muy curiosa, dividida en dos tramos, con una caída brutal a una garganta. Un espectáculo alucinante, con múltiples posibilidades para ser visto.
- Geysir, «el géiser que da nombre a todos los géiseres del mundo». De nuevo nos topamos con el olor a podrido, pero en este caso resulta «divertida», puesto que la presión provoca que, cada x (siendo x un tiempo indeterminado), surja de la tierra un chorro de agua que moja a todos los que estaban esperando su salida cámara en mano.
- Þingvellir, el antiguo Parlamento islandés: allá por el 930 los islandeses decidieron que el mejor sitio para realizar asambleas era la separación de dos placas tectónicas, un cañón natural bastante profundo que hoy día es parque natural.
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Asentamientos tradicionales
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