febrero
24
Atasco en la general
Bajo la repisa se esconde la vía que transitan los caracoles, especialmente aquellos días en que hace tiempo que no llueve.
–«¡Esto está imposible!»– podría comentar George, el último de la fila.
Pero, en realidad, George no tiene ninguna prisa. Ni él ni los demás. Así que apagan sus «motores», se ocultan en su concha y esperan dando una cabezadita a que se haga de noche y suba la humedad, o que vuelva a nublarse el cielo y caiga algún que otro chaparrón.
Será entonces cuando volverá a fluir el tráfico en la vía que hay bajo la repisa. Con la suerte, además, de que en el mundo caracolil no se producen accidentes, ya que se adhieren con firmeza a cualquier superficie y, en lugar de colisionar, pasan por encima unos de otros.