A tiro
En un nido de ametralladora
el tiempo pasa lento,
las horas pierden su sentido,
y los días y las noches son infinitas.
El frío obliga al soldado
a controlar su propio cuerpo
con especial atención,
pues la traición está
tras cualquier movimiento brusco.
El oído es primordial,
cuando la vista se pierde en la inmensidad
del terreno.
La «caza» redescubre el lado salvaje
que hay dentro de todos y cada uno
de nosotros.
Nunca somos más animales
que en época de guerra.
Gracias al CENEAM pudimos conocer parte de los restos de la Guerra Civil que aún se encuentran en la sierra de Guadarrama (las coordenadas para verlo en Google Maps son: 40.873468, -4.006319), en mejor o peor estado de conservación. Porque, nos guste o no, esto forma parte de nuestra Historia, y mejor conocerla que tratar de olvidarla, a ver si, de una vez por todas, no tropezamos de nuevo con la misma piedra.
Estoy de acuerdo! Es necesario hablar de ello, porque si no hablas de ello le quitas importancia, y la guerra Civil es algo que merece toda nuestra atencion! Tendra que ser la peor cosa por la cual un país puede pasar… y hay que acordarse de ello para que no pase de nuevo!
Totalmente de acuerdo. No se puede borrar el pasado, y menos cuando está tan próximo que aún duele.
Si las piedras hablaran…
No hablarían, gritarían de dolor viendo lo que somos y lo que hacemos.
Ojalá no volvamos a tropezar en lo mismo. Muy bonito el texto. Un beso
Eso espero, aunque no sé si tengo esperanza al respecto…
Muchas gracias 🙂
Pingback: Paseo por restos de lo que nunca debió ocurrir « Pipas con sal