Maravillas naturales
Muy cerquita de Reikiavik nos encontramos con tres de los puntos naturales más visitados de Islandia:
- Catarata de Gullfoss: caminando en romería nos topamos con una catarata muy curiosa, dividida en dos tramos, con una caída brutal a una garganta. Un espectáculo alucinante, con múltiples posibilidades para ser visto.
- Geysir, «el géiser que da nombre a todos los géiseres del mundo». De nuevo nos topamos con el olor a podrido, pero en este caso resulta «divertida», puesto que la presión provoca que, cada x (siendo x un tiempo indeterminado), surja de la tierra un chorro de agua que moja a todos los que estaban esperando su salida cámara en mano.
- Þingvellir, el antiguo Parlamento islandés: allá por el 930 los islandeses decidieron que el mejor sitio para realizar asambleas era la separación de dos placas tectónicas, un cañón natural bastante profundo que hoy día es parque natural.
Costa basáltica
La ruta del cráter de ceniza
Otra de las rutas que hicimos en el viaje a Islandia fue la subida (y bajada, claro está) a un cráter de ceniza, producto de una explosión de gas. Sin duda es algo imponente, aunque no tanto como un volcán, pero llaman la atención su anchura y constitución.
La ruta la hicimos de unas dos horas y media, con un camino previo desde el punto de información hasta la base del cráter, para después subir por una cuesta muy empinada en zig zag hasta lo alto. En este trayecto no tardamos demasiado tiempo, aunque la subida sí resultó algo costosa.
Buena parte del tiempo de ruta lo empleamos en rodear por completo el cráter, puesto que desde arriba las vistas de alrededor resultan impresionantes.
Una ruta recomendable, aunque mejor si no hace tanto calor como el día que la hicimos nosotros (no hay ni una sola sombra en todo el camino).