marzo 5

Deshielo a mediodía

El aire matinal repartió sus cartas con sellos incandescentes.

La nieve iluminó y todos los pesares se alivianaron: un kilo pesaba

apenas setecientos gramos. Deshielo a media mañana

El sol estaba alto sobre el hielo, volando por el lugar, caliente y frío

a la vez.

 

El viento avanzó lentamente como si empujase un cochecillo de niño

frente a sí.

Las familias salieron, vieron cielo abierto por primera vez

en mucho tiempo.

Estábamos en el primer capítulo de un relato muy intenso.

El resplandor del sol se adhería a todos los gorros de piel,

como el polen a los abejorros,

y el resplandor del sol se adhirió al nombre INVIERNO

y se quedó allí hasta que el invierno hubo pasado.

Una naturaleza muerta de troncos, en el lago, me puso pensativo.

Les pregunté:

“¿Me acompañan hasta mi niñez?” Respondieron: “Sí”.

Desde la espesura se escuchó un murmullo de palabras

en un nuevo idioma:

las vocales eran cielo azul y las consonantes eran ramas negras

y hablaban

muy lentamente sobre la nieve.

Pero la tienda de saldos, haciendo reverencias con su

estruendo de faldas,

hizo que el silencio de la tierra creciese en intensidad.

Sombras de luz

«Deshielo a mediodía» Tomas Tranströmer

enero 20

El cielo belga

En ocasiones, cuando veía un cuadro de artistas centroeuropeos, pensaba que, con el paso de los años, habría ido perdiendo color y difuminándose. Pero, habiendo estado por fin allí, he descubierto que ese cielo existe. Es un cielo difuso, repleto de nubes y niebla que tapan un sol que lucha por salir, pero que, inevitablemente, queda relegado a un segundo o tercer plano. Como si sobre el blanco de la luz del sol hubieran pintado de gris y azul, y luego lo hubieran extendido con el dedo.

P.D. Puede que este no sea el ejemplo más claro visto en una pintura, pero imagino que os haréis una idea 😉