La selva de Irati por dentro
La ruta del cráter de ceniza
Otra de las rutas que hicimos en el viaje a Islandia fue la subida (y bajada, claro está) a un cráter de ceniza, producto de una explosión de gas. Sin duda es algo imponente, aunque no tanto como un volcán, pero llaman la atención su anchura y constitución.
La ruta la hicimos de unas dos horas y media, con un camino previo desde el punto de información hasta la base del cráter, para después subir por una cuesta muy empinada en zig zag hasta lo alto. En este trayecto no tardamos demasiado tiempo, aunque la subida sí resultó algo costosa.
Buena parte del tiempo de ruta lo empleamos en rodear por completo el cráter, puesto que desde arriba las vistas de alrededor resultan impresionantes.
Una ruta recomendable, aunque mejor si no hace tanto calor como el día que la hicimos nosotros (no hay ni una sola sombra en todo el camino).
De fiordos y su fauna
Por la zona de Fuglabjagarnes hay una ruta que pasa por una playa llena de restos traídos por el mar. También hay que caminar por una zona de hierba alta con «trampa», porque absorbe el agua como si no hubiera un mañana, así que hay que ir saltando de alto en alto a ver si hay suerte y no te calas. Por ahí campan a sus anchas los carneros, como no. El giro de la ruta circular lo haces cuando llegas a una zona de acantilados escarpados, repleta de pájaros. Y, si te paras a mirar, quizás veas algún que otro animal…:-)
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En las montañas de liparita
Otra de las rutas que hicimos en Islandia fue la de la garganta de Hvannagil, bastante mal señalizada (y ni con ayuda de la guía). La ruta empezaba en una zona con cabañas de veraneo vecinas a un río, el cual había que cruzar varias veces, pero quizás en la época que el tío de la guía lo hizo no había tanta agua…vamos, que no resultó nada sencillo. Tras pasar ese primer tramo hubo que subir una pendiente algo escarpada hasta una pradera, que recorrimos hasta llegar a las famosas montañas de liparita, de un color marrón-dorado bastante increíble.
Siguiendo el recorrido por la parte alta de la garganta llegamos a una cuesta pedregosa muy empinada que debemos bajar, al final de la cual encontramos un lago algo ponzoñoso (todo sea dicho). Recorriendo el bosquecillo próximo al lago, volvemos a la zona de comienzo de la ruta.









