Mis lecturas del año 2021 (1/2)
Ya está aquí la primera mitad de mi post de lecturas anual en su ya séptima edición, ¡empecé con ello en 2015! 😯 Por ahora no va mal la cosa, he seguido leyendo bastante y me he encontrado con libros, cómics y revistas muy interesantes, este medio año muy orientado a lecturas japonesas, ¡así que vamos al lío!
1. «Las niñas salvajes», de Úrsula K. Leguin. Pequeño relato publicado por Virus editorial en una edición en formato horizontal muy curiosa y bonita. Relata la historia de unas niñas nómadas que son raptadas y obligadas a vivir como esclavas en otra comunidad. Acompañado por un pequeño ensayo de la autora reflexionando sobre la identidad, la colonización y la esclavitud, se convierte en una lectura que, aún siendo ciencia ficción, nos dirige muy hábilmente hacia la reflexión sobre los ultrajes que se han llevado y llevan a cabo en la historia de la Humanidad. Recomendable.
2. «Hanakotoba: el lenguaje de las flores», de Alex Pler. Precioso librito en el que el autor selecciona una serie de conceptos del japonés que le gustan especialmente por la idea que engloban y los acompaña junto a una serie de fotografías tomadas en el país. Al ser un idioma conceptual, hay muchas expresiones que pueden tener significado profundo, como por ejemplo «kokoro: nuestro yo más íntimo: allá donde se funden el corazón, el alma y la mente». Especialmente recomendable para los amantes de la cultura nipona.
3. «Desconocernos», de Guille Galván. Escrito por uno de los miembros de Vetusta Morla, se trata de un recopilatorio de sus poesías dividido en tres partes: desconocerme, desconocerte y desconocernos. Algunas poesías no están mal, pero la verdad es que ni fú ni fá, no terminó de llegarme.
4. «La visión fotográfica: curso de fotografía para jóvenes fotógrafos», de Eduardo Momeñe. Uno de los manuales de fotografía que te recomiendan leer siempre cuando te estás iniciando, puesto que sienta las bases del trabajo fotográfico a nivel conceptual. Es decir, no se trata de analizar qué son la velocidad o la apertura, sino explicar qué es la fotografía, cuál ha sido su intención desde su origen, la visión de distintos fotógrafos, etc., y todo ello desde un enfoque muy ameno y fundamentado. Muy recomendable, no solo para los «jóvenes», sino para cualquier persona interesada en la fotografía.
5. «Odisea», de Homero. ¡Por fin me atreví con este clásico! Aunque reconozco que he tenido que esperar a la edición que sacó recientemente Blackie Books, adaptada y con ilustraciones de Calpurnio porque no me veía muy capaz de enfrentarme al texto original…Tonta de mí, porque he disfrutado muchísimo con las aventuras y desventuras de Ulises y allegados, aunque a mi favor diré que al haber esperado a esta edición he disfrutado de la introducción, que contextualiza muy bien, las ilustraciones, que hacen más amena la lectura, y los textos complementarios de Mary Beard y Margaret Atwood entre otros, que enriquecen mucho la obra. Totalmente recomendable.
6. «Un amor», de Sara Mesa. Un préstamo de Sonia, que meses más tarde sería libro elegido en el club de lectura de Fe de erratas. Es el tercer libro que me leo de esta autora y todos tienen algo de perturbador, encuentros o instantes que están en el límite entre la luz y las sombras o el bien y el mal. En este caso el relato se centra en una joven que pretende volver a empezar alejada de la civilización, en un conjunto de casas (no se le puede llamar pueblo) al margen de todo, donde no acaba de dar el paso de extraña a lugareña, y todo lo que trata de emprender tan solo consigue frustrarla. Es en este contexto en el que reciba una propuesta inquietante, que hace al lector plantearse
7. «Un paseo por el bosque», de Bill Bryson. Esta lectura, préstamo de Ana, es ideal para los amantes del senderismo, los que siempre estamos con la mente en alguna ruta por hacer. El autor, a modo ensayo autobiográfico, nos cuenta su experiencia preparando y haciendo el sendero de los Montes Apalaches junto con un conocido, que se encuentra en un estado físico bastante desastroso. Lo que comienza siendo una crónica de desastre anunciado termina siendo una experiencia muy divertida y amena, pero el libro, en vez de quedarse en el relato de esta primera incursión en el sendero, se completa con otras experiencias posteriores del autor que son bastante menos entretenidas. En definitiva, es una lectura recomendable pero mejor quedándose solo en la primera parte. Ah, y la película basada en el libro os la podéis saltar, está mucho mejor el libro, jeje.
8. «Memorias de una osa polar», de Yoko Tawada. Préstamo de Fundación Japón que elegí porque me parecía curiosa la idea que sugería el título, aunque realmente no esperaba que se tratara literalmente de eso, de la experiencia vital de unos osos que tienen sentimientos humanos aunque conservan su naturaleza animal. El libro está dividido en tres partes, correspondientes a tres generaciones de osos (la abuela, la hija y el nieto), por lo que existe una evolución en cuanto al contexto histórico, pero en el caso de la abuela se la considera más un elemento de estudio por parte de la sociedad humana, mientras que en el caso de la hija y el nieto las historias tienen más que ver con la vida en el circo y sus relaciones con el resto de personal que trabaja con ellos. Si bien la idea en que se sustenta el libro es original, no acabé de empatizar mucho con ningún personaje, había demasiada extrañeza y poca conexión entre las tres historias.
9. «La cara norte del corazón», de Dolores Redondo. Precuela de la Trilogía del Baztán que nos ambienta en EE.UU., donde la futura inspectora Amaia Salazar se encuentra formándose. En esta novela descubrimos cómo establece el contacto con Dupree, el agente del FBI al que llamará en diversas ocasiones en la trilogía antes mencionada para pedir consejo, y vivimos su primer caso complejo persiguiendo a un asesino en serie de familias en momentos de caos, lo que les llevará a Nueva Orleans durante el huracán Katrina. Al igual que me pasó con sus otros libros, lo que más me gusta es la ambientación, y esta en plena ciudad inundada es brutal. Además reúne diversas características típicas de las novelas de detectives que hacen que sea una lectura de las que te atrapa. Vamos, que aunque no sea el summum del misterio, cumple su función de entretenimiento.
10. «Estado de malestar», de Nina Lykke. Libro Bookish protagonizado por una médico cansada de su supuesta vida perfecta y políticamente correcta que en realidad es solo fachada, porque ni le va bien en su matrimonio, ni le caen bien sus pacientes ni está acorde con los problemas de alcoholismo que tiene. Por varios de estos motivos acabará viviendo temporalmente en su consulta y hablando con su esqueleto de plástico, y son las reflexiones que hace entonces las que molan más del libro, puesto que están cargadas de ironía y crítica a la sociedad noruega. Lo malo del libro es que de la mitad hacia el final es más triste que divertido, así que la sensación final es un poco agridulce.
11. «Algodoneros», de James Agee y Walker Evans. Desde que leí «Las uvas de la ira» y supe de la existencia de las fotos de Walker Evans para el reportaje «Elogiemos ahora a hombres famosos» de James Agee, tuve ganas de leerlo. En él, a través de tres familias del condado de Hale (Alabama) elegidas como «muestra», conoceremos cómo es la vida de los arrendatarios que trabajan el algodón, cómo son las familias, cuáles son sus creencias y a qué problemas se enfrentan. Al tratarse de un reportaje periodístico la perspectiva es muy neutra, pero las fotografías aportan la parte más humana que podría faltar al leer solo el texto. Muy recomendable, aunque por el tipo de texto de que se trata la lectura puede ser más ardua.
12. «Los recuerdos del porvenir», de Elena Garro. Este libro lo leí para el club de lectura de Casa de México, y es un claro ejemplo de uno de los motivos por los que me gustan los clubes de lectura, que es que me obligan a leer libros que por mi cuenta no habría elegido. También me gustan los clubes de lectura por las reuniones en las que se comentan los libros, aunque esta concretamente no fue especialmente guay…pero esa es otra historia, jeje. La novela está ambientada en Ixtepec (México), pueblo que se encuentra bajo el poder del general Rosas, que no cesa en su búsqueda de los causantes de la revolución para matarles. Pero hay una mujer que tiene encandilado al general, y mientras ella está con él Ixtepec vive en calma chicha…Una novela realista en cuanto al tratamiento del miedo, las injusticias y el papel de la mujer, pero mágica en cuanto a los sucesos que acaecen a sus habitantes. Dicen que el libro está a la altura de «Pedro Páramo», pero lamentablemente a Elena Garro se la conoce sobre todo por ser la mujer de Octavio Paz. Desde mi visión nada crítica, recomiendo encarecidamente el libro, por lo que relata (mucho) y por lo que no dice pero está ahí (aún más).
13. «Relatos nada sexis«, de varias autoras. Otro préstamo de Sonia, en esta ocasión un recopilatorio de relatos de 30 escritoras de la editorial Ménades, cuyo tema central son las relaciones sexoafectivas desde el punto de vista de la mujer. Como todo libro compuesto por obras de diversos autores, la calidad o el interés que generan en el lector unos u otros varía mucho, pero en general disfruté acercándome a distintas perspectivas del tema. Ya se sabe, ¡la diversidad siempre enriquece!
14. «Indigno de ser humano», de Osamu Dazai. Una de las obras más famosas de la literatura japonesa contemporánea, primera que me leo de este autor. En parte me recordó al protagonista de «El pabellón dorado» de Mishima por aquello de tratarse de un personaje que se corrompe aparentemente por su propia naturaleza, pero mientras que en el libro de Mishima su progresiva decadencia le lleva a destruir la belleza ajena, en este caso es el propio Yozo el que destruye su vida. Si bien se encontraba en Tokio para estudiar, tras un intento de suicidio su familia le repudia y comienza a buscarse la vida trabajando como dibujante. Como los pequeños encargos que recibe no le dan para subsistir, aprovechará su encanto para vivir de las mujeres y que sean ellas las que paguen sus vicios (alcohol, drogas, etc), pero aún así continuará viviendo en la cuerda floja porque se considera a sí mismo una carcasa, una simple imagen de algo que en realidad no es. Al parecer mucho de esta obra podría estar basado en la propia vida del autor, que se suicidaría poco después de que este libro se publicase. Recomendable.
15. «Castilla», de Miguel Delibes y Navia. Después de haber leído el año pasado «El disputado voto del señor Cayo» me quedé con ganas de leer más obras del autor, y toparme con esta edición que incluye fotos de José Manuel Navia (que casan perfectamente con el texto) fue la excusa perfecta para ponerme a ello. Este libro, publicado anteriormente bajo el nombre de «Castilla, lo castellano y los castellanos», incluye una recopilación de textos sobre Castilla, sobre la que tanto escribió Delibes, mezclando en sus textos la reflexión y la crítica junto con el modus vivendi, tradiciones y modos de ser de los castellanos. Recomendable.
16. «Senos y huevos», de Mieko Kawakami. Otra lectura para Fe de erratas, que nos sorprendió de entrada porque la edición española no incluye el conjunto del texto original, solo la primera parte; una lástima, porque el libro completo nos habría dado otra visión. En cualquier caso, el libro relata la historia de dos hermanas que vuelven a verse tras mucho tiempo porque una de ellas viaja a Tokio para hacerse una operación de pecho. Este hecho, junto con el aparente incomprensible mutismo de la hija de una de ellas, hace que el debate gire en torno a la figura de la mujer en relación a la sociedad, el motivo que lleva a las mujeres a maquillarse, querer operarse, etc., y también la importancia de los cambios físicos que están experimentando cada una de ellas. Personalmente me sorprendió porque no había leído a ninguna autora japonesa tan explícita a este respecto, y porque el debate que genera me parece interesante. De hecho tengo pendiente leerme la versión completa pero en italiano…
17. «Parentesco», de Octavia Butler. Llevaba mucho tiempo queriendo leerme algún libro de esta autora, y mi hermano Joaquín me presto este. La protagonista del libro es Dana, una mujer negra que, sin motivo aparente, se ve teletransportada de la California de los años ’70 a la época de la Guerra de Secesión americana (aproximadamente un siglo antes), lo cual la lleva a experimentar el cambio de ser libre a vivir en una plantación del sur en época esclavista. Al parecer su vida actual depende de salvar la de Rufus, hijo del patrón de dicha plantación…Ese ir y venir entre ambas épocas sirve como excusa a la autora para hacernos ver lo que supuso el esclavismo en cuanto a violencia y deshumanización, y cuál es el impacto que ha tenido ese hecho hoy en día. Muy recomendable a pesar de que parece que la traducción desmerece a la obra original.
18. «La mujer de la falda violeta», de Natsuko Imamura. Otro préstamo de la Fundación Japón, se trata de una novela que nos hace sentir como voyeurs, puesto que el narrador anónimo es una persona obsesionada por una mujer que siempre lleva una falda violeta. Sabe cuándo está trabajando y cuándo no, la sigue hasta el parque a ver cómo interacciona con los niños, hace cábalas sobre cuál será su formación y selecciona ofertas de trabajo en el periódico que puedan ser de su interés, descubre su affaire con el jefe de su empresa…Si bien se lee con bastante sencillez, no terminé de sentir un especial interés por lo que me estaba contando. Una pena porque le tenía muchas ganas.
19. «Malaherba», de Manuel Jabois. A pesar de que he visto (ahora) que se le dio bastante bombo al libro en su momento, yo llegué a él un poco por casualidad, puesto que solamente sabía de Jabois por haber hecho de presentador del libro «A corazón abierto» de Elvira Lindo en un Hay Festival. Total, que me encontré con un libro que me gustó mucho, principalmente porque el protagonista es un niño, pero también porque me descubrió una infancia muy real, como si de verdad el libro hubiera sido escrito por un niño. Tiene esas típicas anécdotas de infancia, vivencias de colegio e instituto y familiares, que pueden ser felices, pero detrás de ellas hay también cierta tristeza, la de saber que algo no está bien pero no saber qué es porque los adultos no cuentan nada a los niños, y también por esa nostalgia de algo que parece que se está yendo a medida que lo vives. Disfruté mucho con el libro, la verdad.
20. «Gema», de Milena Busquets. Otra de las novelas de Bookish. La quise leer porque su libro anterior, «También esto pasará», me había gustado, aunque de lo que pecaba aquel peca aún más este: el pijerío. Que vale que esté bien escribir desde todos los puntos de vista, hasta desde el de una señora forrada cuyo mayor problema es que no le pongan el champán de la marca que el gusta, pero claro, puede pasar que te acabe repateando el personaje. Y con esta novela me pasó eso, que no me interesó nada su búsqueda de recuerdos sobre Gema, aquella amiga que murió de joven por leucemia, porque solamente veía cómo vivía esta señora tan ricamente. Pasando.
21. «Diario de una vagabunda», de Hayashi Fumiko. Otro préstamo de Fundación Japón, este algo más clásico. Ambientado en los años 20, cuenta la historia de una chica abandonada por su amante que trata de buscarse la vida como escritora, trabajando a tiempo parcial en todo tipo de negocios para poder sobrevivir. El texto en sí es como una especie de diario en el que cuenta su rutina, las distintas personas que va conociendo, sus amantes, etc. Me gustó porque si bien había leído varios libros de este tipo protagonizados por hombres, es el primer que leo escrito y protagonizado por una mujer, lo cual da una perspectiva distinta de la época.
22. «Alma de los siete monstruos» de Iria G. Parente y Selene M. Pascual. Préstamo de Miriam, se trata de un libro ilustrado que trata un tema tan poco frecuente como la depresión en los adolescentes, y lo hace de un modo comprensible para todo tipo de lectores, ya sean los propios adolescentes o adultos. Representados por distintos tipos de monstruos, los miedos de Alma empiezan a aparecer un día cualquiera, sin previo aviso, y el no ser capaz de comunicar a las personas de su alrededor lo que siente por si acaso se vuelve más real hace que vaya convirtiéndose en una persona distinta…Muy recomendable.
23. «Dulce introducción al caos», de Marta Orriols. Recomendación de Clau, este libro con título de canción de Extremoduro nos plantea un dilema habitual para muchas parejas de hoy en día: ¿cuándo es buen momento para tener hijos? Daniel y Marta son pareja desde hace poco y viven en Barcelona llevando una vida sin horarios típica de quien trabaja en el mundo creativo. Aparentemente todo va bien, hasta que ella se queda embarazada sin querer, momento en el que a cada uno le asaltarán sus propios miedos e ideas sobre lo que quieren para el futuro. Me pareció interesante ver cómo afronta una pareja este momento, el planteamiento individual de cada uno de ellos y el conjunto.
24. «Estío. Once relatos de ficción climática», de varios autores. Otro de los préstamos de Miriam, en este caso una recopilación de relatos de la editorial Episkaia que no se parecen nada entre sí pero que comparten entre ellos el plantear distintas distopías relacionadas con los efectos del cambio climático. Uno de los relatos, por ejemplo, habla de un puesto de información turística en un lugar como Benidorm, antiguo paraíso vacacional, que ha quedado semi hundido por el crecimiento del nivel del mar. También los hay más orientados a la gestión de un mundo que vive bajo el diluvio, el problema de la aplicación de ciertas políticas que niegan el cambio climático, la influencia en las migraciones de las variaciones climáticas…Algunos relatos me gustaron más que otros, pero en general lo recomiendo.
25. «¿Has tenido familia alguna vez?», de Bill Clegg. Al leer la sinopsis del libro no lo parece, pero se trata de una lectura compleja, de esas que casi te obligan a tener una chuleta que te indique cuál es la relación entre unos y otros personajes. Cada capítulo avanza en la historia de cada uno de los once protagonistas que tiene el libro, y todas ellas nos van dando una pieza del puzle que compone el libro completo y que nos descubrirá que ha pasado con June Reid, el nexo en común entre todos los personajes. La ambientación en EE.UU. pone la guinda con sus espacios infinitos vacíos, solitarios, tanto como las personas que los habitan, y todo el conjunto compone una imagen vívida, que bien podría ser una película tipo Magnolia o una serie. Recomendable, pero tratando de hacerse esa chuleta de quién es quién para no perder el hilo.
26. «El expreso de Tokio», de Seicho Matsumoto. ¡Y más préstamos de Fundación Japón! En este caso una novela negra, que no he leído muchas ambientadas en el país nipón. Y sin duda cumple con los parámetros del género: aparecen dos cadáveres en la playa de la isla de Kyushu y todo apunta a que se trata del suicidio de dos amantes, pero el policía Jutaro Torigai no parece estar de acuerdo con esta teoría porque el hombre muerto se había alojado solo en el hotel. Con sus averiguaciones irá ampliando el círculo, contando a medio camino con la ayuda de un policía de Tokio, para descubrir que se trata de una trama política de alto nivel…Un libro ameno y entretenido.
27. «Los nombres propios», de Marta Jiménez Serrano. Otro de los libros del Club de lectura de Fe de erratas, que relata las andanzas de infancia, juventud y entrada en la madurez de Marta, una niña que tiene una amiga invisible que se llama Belaundia Fu. A través del diálogo que establece con ella conoceremos a su familia, amigos y parejas, cuáles son sus miedos e inquietudes, hacia dónde le lleva su imaginación y creatividad. Un relato a ratos entrañable y a ratos un poco cansino, pero en general agradable, aunque no hizo las delicias de los miembros del club. A mi, simplemente, me pareció entretenido, porque tampoco intenté sacar de él una enseñanza vital, simplemente me dejé llevar como observadora de la vida de Marta, recordando algunas cosas de mi infancia y adolescencia.
28. «Si los gatos desaparecieran del mundo», de Genki Kawamura. Pues sí, este es otro de los préstamos de Fundación Japón, jeje. Este lo elegí porque me pareció curioso el título, pero no leí nada sobre qué iba, así que me sorprendió el desarrollo de la idea. Nada más empezar el libro sabemos que al protagonista le han diagnosticado un tumor cerebral y que le queda poco tiempo de vida, pero, al llegar a su casa, aparece una especie de diablo que le ofrece un trato: por cada objeto animado o inanimado que acepte que desaparezca del mundo, ganará un día de vida. Y así cada capítulo habla sobre un mundo en el que han desaparecido los teléfonos, el cine, los relojes, etc. y cómo afecta su desaparición a nivel personal al protagonista. Al final se entrevé un poco la moralina, pero aún así es una historia amena y simpática, de esas que te dejan buena sensación.
29. «El faro de Blackwater», de Colm Toibin. Como el libro de «Brooklyn» me gustó bastante, hace tiempo cogí este libro en Libros libres y llegó el momento de ponerme con él. La historia reúne a tres generaciones de la familia Devereaux en casa de la abuela. La relación entre ellos es fría, no hablan mucho y saben aún menos de la vida de los demás, pero al saber que Declan, el nieto (hijo y hermano) está enfermo de sida y casi en fase terminal, deciden cuidar de él junto con varios de sus amigos. Durante los días que pasan en la casa, próxima al faro que da título al libro, conoceremos el porqué se han distanciado, las diferencias que existen entre ellos y se dará la oportunidad a la reconciliación. Un libro entretenido, pero sin más.
30. «Humo», de José Ovejero. Quizás sea una de las pocas veces que me ha pasado en este orden, pero conocí a José Ovejero a través de una entrevista a Edurne Portela, de la que ya sabéis que soy fan. Pues bueno, resulta que es su marido, y entre ese referente y que el argumento de este libro me tiraba, decidí leerlo. Y, por suerte, no me defraudó, sino todo lo contrario. La historia trata sobre una mujer que habita en una cabaña en el bosque junto a un niño que no es hijo suyo, en un mundo aparentemente postapocalíptico. A veces aparece un hombre que les trae víveres, pero el resto del tiempo están solos y tienen que buscarse el sustento por su cuenta. Y es un mundo difícil, fuera de toda ética, cuya máxima premisa es «el hombre es un lobo para el hombre». Muy recomendable.
31. «Kokoro», de Natsume Soseki. Uno de los grandes clásicos de la literatura japonesa y, como no, otro préstamo de Fundación Japón (jeje). Había tardado mucho en decidirme a leerlo, quizás por esa pereza que da un texto clásico que puede ser lento y algo denso, de hecho, aunque me gustó, es un poco el recuerdo de «Soy un gato», también de Soseki, pero realmente me sorprendió la lectura de «Kokoro», mucho más ligera y llevadera. Es la historia de una amistad entre un joven universitario en la flor de la vida y un anciano (no tanto en realidad, tendrá unos 60 años) atormentado al que considera su mentor, su Sensei. Dividida en tres partes, las dos primeras están relatadas por el estudiante y cuenta sus encuentros y conversaciones con el Sensei, además de su disyuntiva acerca de si permanecer en Tokio o volver a su pueblo y atender a sus obligaciones familiares. La última es una carta escrita por el anciano al estudiante, contándole el porqué de su alma atormentada. En su conjunto es una obra interesante, que no pierde el ritmo pausado característico de la literatura japonesa, pero que no se hace pasada. Recomendable.
32. «De piedra y hueso», de Bérengere Cournut. Uno de los libros Bookish que me presta mi suegro, se trata de la historia de una mujer inuit que pierde a su familia en un accidente y tiene que apañárselas por su cuenta, buscando otras familias con las que convivir y haciéndose un hueco como cazadora, puesto que no hay hombre en su clan que pueda ejercer este papel. Me gustó especialmente la descripción que hace de los paisajes y el modo de vida de los inuit (por lo visto la autora se documentó en profundidad para poder escribir esta historia). Entretenido.
33. «Tokyo Ueno Station», de Yu Miri. Lectura por recomendación de Isma, del club de lectura de Fe de erratas, que si bien reúne varias condiciones que hace que me pudiera gustar, no terminó de engancharme, quizás porque lo leí en inglés, o quizás porque el ritmo es algo entrecortado, como que salta del pasado al presente y viceversa sin ton ni son, mezclando historias de distintos personajes. El libro trata sobre la que podría ser la historia de muchos hombres en Japón, que se marchan a trabajar a otra ciudad y terminan por desvincularse de su familia en cualquier ámbito que no sea el económico. El infortunio parece perseguirle, y después de perder a varios de sus familiares acaba viviendo como mendigo una vida solitaria en el parque de Ueno. Puede que le de otra oportunidad cuando lo traduzcan al castellano, pero en esta primera lectura no terminó de engancharme.
34. «Miro al cielo impotente», de Misumi Kubo. Este préstamo de Fundación Japón me resultó bastante sorprendente. En el libro se cuentan cinco historias entrelazadas entre sí: la de un ama de casa de vida monótona que solamente encuentra satisfacción haciendo cosplay y acostándose con un adolescente; la de este adolescente, hijo de una comadrona que ayuda a dar a luz en su casa; la de la chica enamorada de este chaval, proveniente de una familia desestructurada; la de otro amigo de ambos, que habita en una zona marginal de la ciudad; y, por último, la de la madre del primero. El interés de cada historia es algo irregular, pero el punto común entre ellas, a mi modo de ver, es la tristeza que parece acompañarles en sus vidas, no muy halagüeñas en general, y además maltratadas por la propia climatología. Pero, como decía al principio, me resultó sorprendente porque lo que empieza como ficción erótica termina siendo un drama y una crítica a determinados aspectos de la sociedad japonesa. Me gustó.
35. «Offshore», de Petros Markaris. Otro de los casos del detective Kostas Jaritos, cuya historia de fondo avanza al mismo ritmo que la actualidad. Grecia parece ver algo de luz al final del túnel de la crisis y la gente empieza a gastar algo más: salir a comer en familia, irse de vacaciones de Pascua…pero, con la vuelta del movimiento pecuniario vienen también otros problemas, como los intereses económicos y asesinatos de ciertas personalidades involucradas. Personalmente me gustó volver a sumergirme en una novela negra (como que hay épocas en las que apetece más, ¿no? En mi caso la llegada del verano, jeje), y me sorprendió el cariz que toma la historia, muy significativo en relación a la deriva económica y política de la Europa mediterránea…
36. «In principio erano le mutande», de Rossana Campo. Hacía tiempo que no leía un libro que me gustara tan poco y me costase tanto continuar leyendo…lo malo es que, al ser cortito, le quise dar una oportunidad (y dos, y tres…), pero creo que debería haberlo dejado sin dudarlo, porque no me importaban nada los devaneos amorosos y amistosos de su protagonista, ni ninguna de sus vivencias personales. Un libro para olvidar.
37. «Los ojos cerrados», de Edurne Portela. Por supuesto que no podía perderme la última novela de mi querida Edurne, que además me resultó curiosa por tener puntos en común con «Humo» de José Ovejero que comentaba un poco antes. En esta ocasión, la autora entrelaza dos tiempos, pasado y presente, en un pequeño pueblo cualquiera de la geografía española. Ariadna decide volver al que fue el pueblo de su padre, supuestamente para llevar una vida más tranquila, alejada de la ciudad, pero con la verdadera intención de conocer el pasado de su familia. De su encuentro con los habitantes del pueblo, sobre todo con uno de ellos, podrá ir desentrelazando los hilos del pasado, que se nos irán desvelando al tiempo que avanzamos en la historia de la propia Ariadna. De nuevo parece que Edurne nos habla sobre la violencia, en este caso referente al pasado y la memoria. Recomendable.
38. «Gente de la calle de los sueños», de Teru Miyamoto. Pues sí, otro libro de Fundación Japón, que también me sorprendió gratamente, como la lectura 34. Ambientada en Osaka, se trata de distintas historias de los habitantes de la calle comercial de los sueños. A través del relato del joven estudiante que no parece tener oficio ni beneficio, los hijos mafiosos del carnicero, el avaro joyero y su hijo mangui o la Mama del club que cree que nadie se da cuenta de que va maquillada como una puerta, vamos dando forma y consistencia a la imagen que tenemos de la calle y sus habitantes, componiendo un auténtico cuadro por el que parece puedes pasear en cualquier momento. Vamos, que podría ser perfectamente una serie rollo Aquí no hay quién viva pero a la japonesa, jeje. Muy entretenido, ¡lo recomiendo!
39. «Exhalación», de Ted Chiang. Préstamo de mi hermano Joaquín al que le tenía ganas desde que salió. Se trata de un conjunto de relatos de ciencia ficción, algunos muy cortos y otros más extensos, pero en general planteando pasados y futuros distintos en los que la tecnología tiene especial importancia. Me gustaron especialmente dos: el que trata sobre la puerta que te hace viajar 20 años al pasado o 20 años al futuro, que trata sobre el determinismo y la imposibilidad de cambiar lo que ya está escrito, y el que trata sobre IAs, consideradas al nivel de mascotas pero con el problema que tiene la tecnología hoy en día, y es que en seguida se queda obsoleta y hay que pasar a un producto mejor. ¿Pero qué pasa cuando hemos dotado de personalidad a las IAs y hay cierta responsabilidad en cuanto a su crianza y desarrollo? Muy recomendable.
En cuanto a la lectura de cómic, manga y novela gráfica, han sido unos meses bastante prolíficos, sobre todo estos últimos que he terminado varias series. En lo que se refiere a cómic y novela gráfica, he leído «Umbrella Academy» de Gerard Way y Gabriel Bá, que me dejo un poco fría (como la serie, aunque menos aburrida). En «Skyward», de Henderson et al., sin embargo, la acción en un mundo sin gravedad es mucho más emocionante, además de contar con un dibujo genial. «Jamás tendré 20 años» de Jaime Martín complementa su otra obra «Siempre tendremos 20 años» (que leí el año pasado), pero siendo en esta ocasión protagonistas sus abuelos, pertenecientes al bando republicano en la guerra civil. «Náufragos» de Laura Pérez y Pablo Monforte me gustó por su dibujo y sus silencios, aunque deja cierto poso de tristeza. En «Tokyo sanpo», Florent Chavouet dibuja su experiencia habitando en Tokio durante unos meses, y, aunque no me pareció especialmente relevante, tiene algunas ilustraciones chulas. «Castle waiting» de Linda Medley (2 vol.) me sorprendió por su tratamiento de los cuentos clásicos y fábulas, y «Us» de Sara Soler me maravilló por su tratamiento sobre la transexualidad, personal y educativo (¡muy recomendable!).
En «Middlewest» de Skottie Young y Jorge Corona (3 vol.) flipé muchísimo con el dibujo (A-LU-CI-NAN-TE, de verdad), «El niño brujo» de Molly Knox Ostentag me gustó por su ruptura contra lo socialmente establecido como propio de un género u otro, y volví a Jason con «En pocas palabras», pero me pareció curioso, sin más (mejor el de «Un noruego en el camino de Santiago» que leí el año pasado).
Volví a Gotham con «Batman», de Rob Kane (un volumen recopilatorio de varias historias) y «La sonrisa asesina» de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino (3 vol.), una inmersiva historia sobre cómo el Joker consigue volver loco a su terapeuta. Y en «El código Oráculo» de Marieke Nijkamp y Manuel Preitano conocí la historia de la hija del jefe de policía Gordon, cómo se quedó en silla de ruedas y cómo desarrolló sus aptitudes para la investigación online.
Además este año terminé por fin «The Sandman», de Neil Gaiman (10 vol.), y he de decir que merece la fama que tiene. Es totalmente distinto a todo lo que he leído hasta ahora, con distintos hilos argumentales que beben de referentes clásicos y actuales, personajes con aire mitológico (como los Eternos), algunos famosos, historias que se suceden en el mundo de los sueños y que te hacen dudar de si estás despierto o dormido, muerto o vivo. Una pasada, y estoy segura de que volveré a leerlo más adelante, porque podría leer mil veces y seguir sacándole detalles que no habías visto aún. Además hay varios tomos monográficos sobre alguno de los personajes o historias paralelas, y también me leí «The Sandman: noches eternas», con distintas historias dibujadas por autores famosos, muy chulo también. 100% recomendable.
Y de manga he leído «¿Quién es el 11º pasajero» de Moto Hagio, una historia de ciencia ficción con romance y humor particular incluidos; «Levius» de Haruhisa Nakata (2 vol.) cuenta la historia de un luchador steam punk muy guay (la serie de Netflix es bastante fiel, aunque metió algún capítulo de relleno); más Inio Asano, esta vez con su estupenda «Antología». «Thermae Romae» de Mari Yamazaki (6 vol.) con su original premisa de un romano del s. I d.C. viajando al s. XXI para descubrir el arte de las termas japonesas me pareció muy divertido, y la primera parte de «Ratón de biblioteca» de Miya Kazuki (7 vol.) no se queda atrás con las aventuras de una adolescente japonesa de ahora que de repente se ve en el cuerpo de una niña en una época tipo medieval en la que no tiene acceso a sus amados libros, lo cual la llevará a querer fabricarlos ella misma. «Sombras sobre Shimanami» de Yukki Kawatani (4 vol.) me sorprendió por su tratamiento de la diversidad sexual en la sociedad japonesa, cosa que no me pasó con «El secreto de Madoka», de Kingyobachi Deme, que me pareció demasiado superficial. «Our dining table» de Mita Ori tampoco trata el tema con mucha profundidad, pero es un manga bastante tierno. Con «Primavera azul. Historias cortas de Taiyo Matsumoto» me explotó un poco el cerebro porque es una de sus primeras obras, bastante caótica, mientras que el recopilatorio «¡Achís! Historias cortas de Naoki Urasawa» me gustó mucho por ver detalles de «20th century boys».
Por último, en el mundo de las revistas, he seguido con Ballena blanca, Salvaje y Eikyo, y además he descubierto muchas cosas del Japón actual que desconocía gracias al monográfico de The Passenger.