Sumo time!
Al planificar el viaje a Japón no estaba en mi lista de cosas que hacer el ver sumo, pero tras la insistencia de una amiga me decidí a comprar las entradas (con antelación, que se acaban rápido, y a un precio considerable) para ir el segundo día del Torneo de Tokio.
El caso es que es una de esas cosas que te sorprenden para bien, el deporte en sí es de lo más curioso (con todo su ceremonial y el tamaño de los luchadores, que son más altos que la media japonesa) y el ambiente es tan animado que es fácil meterse dentro de la dinámica.
Ryogoku Kokugikan, Tokio, Japón. 2018.
Imaginario Ghibli
Uno de los oasis de paz de los que hablaba en el post anterior es el Museo Ghibli. Entrar allí es volver a ser pequeña y dejarse sorprender por lo maravilloso que es el mundo cuando se vive dentro del imaginario del Estudio. Podría ir cada día y descubrir algo nuevo, aunque lo mejor sería vivir allí dentro 😛
Tokio y la paradoja de las macro ciudades
En Tokio sentí mucho más que en cualquier otra parte el choque cultural.
Me agobió la masificación de gente, ruido, anuncios, luces y estímulos en general, pero sobre todo me hizo sentir una profunda soledad.
Menos mal que la ciudad esconde espacios para el reencuentro con la idea de humanidad y con una misma.
20th century boys
Nuestro pequeño homenaje friki del viaje nos lo dimos visitando el Parque Conmemorativo de la Expo 70 de Osaka, donde se encuentra la icónica Torre del Sol de Kenzo Tange.
Esta escultura aparece en la serie de Naoki Urasawa «20th century boys», y si ya en el manga causaba bastante impacto, en vivo y en directo no deja de ser desconcertante…¿en qué estaría pensando el escultor al proyectar una imagen así?
Aquí podéis ver una de las imágenes de la escultura que aparece en el cómic.