marzo 5

Deshielo a mediodía

El aire matinal repartió sus cartas con sellos incandescentes.

La nieve iluminó y todos los pesares se alivianaron: un kilo pesaba

apenas setecientos gramos. Deshielo a media mañana

El sol estaba alto sobre el hielo, volando por el lugar, caliente y frío

a la vez.

 

El viento avanzó lentamente como si empujase un cochecillo de niño

frente a sí.

Las familias salieron, vieron cielo abierto por primera vez

en mucho tiempo.

Estábamos en el primer capítulo de un relato muy intenso.

El resplandor del sol se adhería a todos los gorros de piel,

como el polen a los abejorros,

y el resplandor del sol se adhirió al nombre INVIERNO

y se quedó allí hasta que el invierno hubo pasado.

Una naturaleza muerta de troncos, en el lago, me puso pensativo.

Les pregunté:

“¿Me acompañan hasta mi niñez?” Respondieron: “Sí”.

Desde la espesura se escuchó un murmullo de palabras

en un nuevo idioma:

las vocales eran cielo azul y las consonantes eran ramas negras

y hablaban

muy lentamente sobre la nieve.

Pero la tienda de saldos, haciendo reverencias con su

estruendo de faldas,

hizo que el silencio de la tierra creciese en intensidad.

Sombras de luz

«Deshielo a mediodía» Tomas Tranströmer