El día después
Ruta del Cares I: de Poncebos a Caín
Hasta ahora no nos habíamos atrevido con la ruta más famosa del Principado, en parte porque, tal y como sospechábamos, estaría hasta arriba de gente, pero sobre todo porque, en su totalidad, tiene 24 kilómetros de ida y otros 24 de vuelta. Una opción era quedar con alguien a mitad de camino para intercambiarse las llaves del coche, otra dormir en un extremo y hacer la vuelta al día siguiente…pero, finalmente, optamos por hacer la mitad del camino, desde Poncebos (donde también está el funicular de Bulnes) hasta Caín, ya en León, y vuelta. En total 24 kilómetros.
Personalmente, y aunque había visto algunas fotos, no me la imaginaba así. De la ruta del desfiladero de las Xanas dicen que es un Cares en miniatura; nada que ver. La altura de las montañas y la profundidad del barranco, además de la extensión, hacen de la ruta del Cares un panorama inigualable, que, aunque a día de hoy sea una auténtica romería, merece la pena ver.
Sin olvidarme, claro está, de las cabras, que vagaban a sus anchas por sus dominios 🙂
Ruta del desfiladero de las Xanas
Hoy caminamos en busca de las Xanas o hadas asturianas, personajes mitológicos que habitan en ríos y cascadas. Se trata de una ruta corta, de unos 8 kilómetros ida y vuelta, y, según la mayoría de guías, ideal para toda la familia. Yo apuntaría que eso en el caso de que no haya ningún miembro con vértigo o nervioso, por eso de que le de por lanzarse al precipicio. Psh, menudencias…
Lo que más me ha gustado (quizás porque no me lo esperaba) ha sido el cambio de paisaje rocoso del desfiladero recubierto de musgo al tupido bosque de la parte superior, donde por fin caminamos a la vera del arroyo. Xanas no hemos visto, la verdad, pero sí cabras (de lejos) y sus excrementos (de cerca), además de unas vistas estupendas que, gracias a la vuelta de las lluvias, han resultado del tipo asturiano que más me gustan.
En definitiva, ha resultado un paseo de lo más agradable, bajo una lluvia suave y a una temperatura idónea. Un placer para los sentidos, sobre todo teniendo en cuenta que después nos hemos zampado un buen plato de gastronomía local 🙂