Al igual que sucede en Turquía, en Grecia también es posible ver por sus calles a muchísimos gatos y perros, supuestamente abandonados, pero que parecen cuidados por los locales. Sobre todo en el caso de los gatos, porque los perros la verdad es que parecían estar en peor estado en general.
A veces parece como si los planetas se alineasen y, gracias a ello, pudieras vivir momentos mágicos. Uno de ellos lo vivimos una tarde de agosto mientras tomábamos un té y una shisa en una tetería cercana a Süleymaniye, situada en una azotea con vistas al cuerno de oro. Al caer la tarde, entre charlas y risas, vimos una gran bandada de pájaros sobrevolando la ciudad mientras, a su vez, el atardecer coloreaba todo de naranja. Y en ese momento pensé que, en caso de que de verdad suceda, ese momento volverá a pasar delante de mí cuando llegue mi hora.
