Mis lecturas del año 2021 (2/2)
(Continuación de este post)
40. «La piscina», de Yoko Ogawa. Desde hacía tiempo quería leer algo de esta autora japonesa tan famosa, así que me decidí a pedir en la biblioteca de Fundación Japón esta novela corta. La protagonista, Aya, es la hija de los dueños de un orfanato, y es por esa misma circunstancia (el tener que compartir a sus padres con muchos otros niños) por la que se siente sola e incomprendida, y tan solo se encuentra bien cuando va a ver a otro de los niños del orfanato a la piscina. Si bien el estilo de la autora me gustó, me pareció que la historia era un poco insípida y la protagonista bastante despreciable por cómo actuaba frente a otros niños. En cualquier caso, leeré otros libros de la autora que tengan más fama.
41. «Los últimos: Voces de la Laponia española», de Paco Cerdá. Ensayo sobre las zonas de España que están quedando despobladas, en la línea de «La España vacía» (que aún no he leído, por cierto) y que tiene ecos de «La lluvia amarilla» de Llamazares. El autor recorre 2.500 kilómetros por la zona conocida como la Laponia del sur (distribuido entre múltiples provincias de Castilla León, Aragón y Comunidad Valenciana) para conocer a sus últimos habitantes. Lo han calificado como «la crónica de los otros», y la verdad es que pone los pelos de punta ver cómo ha ido creciendo nuestro país, masificando ciudades y vaciando territorios a los que ya nadie parece darles importancia. Muy recomendable.
42. «La casa holandesa», de Ann Patchett. Tenía este libro pendiente desde que estuve suscrita a Bookish y me daba cierta pereza, me parecía que por el argumento no me iba a gustar demasiado, pero al final resultó ser una lectura de las que engancha. Se trata de la historia de dos hermanos que vivieron en la casa holandesa que da título al libro, y alrededor de ese espacio cuentan toda su vida, cuando su madre les abandonó, el nuevo matrimonio de su padre, su posterior «desahucio» y cómo se tienen que buscar la vida, etc. Es un libro largo pero me pareció que no pierde fuelle, te mantiene pendiente de qué les deparará la vida a ambos hermanos. Recomendable.
43. «Agujero», de Hiroko Oyamada. Libro compuesto por tres relatos, el que da nombre al libro y otros dos algo más cortos. Lo que me pasó con esta novela (que es algo que me pasa a menudo) es que tenía altas expectativas y luego me resultó un poco indiferente, aunque el relato principal sí que me mantuvo enganchada por tener ese punto que me parece «murakaniano» (pero que vendrá de otros tantísimos autores anteriores a él) de irrealidad en la cotidianeidad. En cualquier caso es un libro corto que se lee fácilmente.
44. «La España de las piscinas», de Jorge Dioni López. Lectura para el club Fe de erratas, se trata de un ensayo de total actualidad sobre cómo se ha desarrollado el urbanismo en España en las últimas décadas. Porque el urbanismo influye en las personas que habitan un determinado entorno, y la creación de los PAU que tanto abundan en las poblaciones limítrofes a las grandes ciudades o en el extrarradio de las mismas con sus urbanizaciones cerradas, sus piscinas y su distancia con el núcleo urbano que hace casi indispensable el coche conlleva también un determinado modo de pensar (y votar) en aquellos que los habitan. Un ensayo interesantísimo para entender el país (y la sociedad) que habitamos.
45. «La vida mentirosa de los adultos», de Elena Ferrante. Ya sabéis que soy una fan incondicional de la autora que, con sus más y sus menos, siempre consigue engancharme por sus historias y personajes. Pero he de decir que, en esta ocasión, la historia no ha conseguido llegarme. De nuevo ambientada en Nápoles, el libro está protagonizado por Giovanna, una niña que, en el momento de entrar en la adolescencia, descubre que los adultos son unos mentirosos. Entre las infidelidades de sus padres y el desconocimiento de otra parte de su familia, Giovanna irá adentrándose en el complejo mundo de los adultos. Lo cierto es que la primera parte del libro, la de los descubrimientos, me atrajo bastante, pero el resto me pareció algo forzado y desagradable. No es el mejor libro para conocer a la autora, creo yo.
46. «Harold y Maude», de Colin Higgins. El libro en el que está basado una de mis pelis favoritas, recién publicado por Capitán Swing. Se trata de una historia muy original, en la que un ni-ni perteneciente a una familia de dinero y con gustos algo estrambóticos (como fingir su muerte de diversas formas o asistir a funerales), se hace amigo de una señora mayor muy particular, que vive la vida muy intensamente. A través de esta especial relación, Maude enseñará a Harold a ver la vida de otro modo y disfrutarla plenamente. Después de haber visto el film varias veces es difícil abstraerse de sus imágenes, de modo que el libro es más un recordatorio que algo nuevo, pero aún así aporta detalles que no se veían en la película y que enriquecen aún más la historia. Muy recomendable (lo mismo que la peli).
47. «El legado de las diosas», de Katerina Tuckova. Regalo de mi amiga Claudia por el Día del libro, que de entrada no es una de mis lecturas más habituales (aunque Errata naturae suele ser garantía de un buen texto para mí, jeje). La cosa es que la historia me sorprendió para bien, aunque se trata de un texto largo no se hace pesado por cómo está contado, entrelazando la historia actual de la protagonista con los documentos sobre su familia que va encontrando en el archivo del Ministerio del Interior. Ambientada en una zona remota de la República checa, Dora, la protagonista, irá adentrándose en la historia de su familia, en la que durante varias generaciones ha habido «diosas», algo así como sanadoras videntes, que en un determinado momento fueron declaradas enemigas del régimen por considerar sus prácticas meras supercherías. Una historia interesante.
48. «Hamnet», de Maggie O. Farrell. Uno de los libros que sale en las listas como de los mejores del año, a mi tampoco me pareció una obra maestra aunque sí que me gustó bastante. La narración se mueve entre la ficción y la realidad para recrear la que podría haber sido la vida familiar del autor, las circunstancias que le llevaron a crear su obra y, sobre todo, cómo vive toda esta situación su mujer, Agnes, una mujer bastante especial. Es interesante imaginarse aquella época, las diferencias entre lo rural y lo urbano en aquel momento, cómo se concebía el trabajo del autor y la importancia de determinados acontecimientos de su vida personal en la creación de su obra. Recomendable.
49. «Un cuento oscuro», de Naomi Novik. Por recomendación de Miriam cogí este libro en la biblioteca y, aunque la fantasía no es un género por el que me pase habitualmente he de decir que me enganchó desde el minuto uno y me tuvo en vilo hasta el final, ¡y eso que es un libro muy gordo! Jeje. La historia está protagonizada por una niña un poco desastrosa que es elegida entre las niñas de su pueblo por el Dragón, el mago que defiende a la región de la presencia del Bosque, para irse a su castillo durante diez años con intenciones desconocidas por la población. La relación entre la niña y el Dragón no podría empezar peor, pero con el paso del tiempo irán descubriendo cosas sorprendentes el uno del otro hasta que acaben luchando juntos contra la maligna presencia del Bosque. Muy recomendable.
50. «Mata a tus ídolos», de Toni García Ramón. Regalo de mi cumple del año pasado, es un ensayo que recopila las vivencias de un periodista freelance dedicado al mundo del cine. Cada capítulo habla de un actor o actriz perteneciente al star system, y de un modo divertido y ameno desmonta los preconceptos que podríamos tener sobre los famosos, para bien o para mal. Por sus páginas pasan Hellen Mirren, Scarlet Johansson, Jack Nicholson, Bill Murray, etc. Una lectura amena y divertida para los amantes del séptimo arte.
51. «La chica del cumpleaños», de Haruki Murakami. Otro de los relatos del autor editado en la colección ilustrada de Tusquets. En este caso la protagonista es una chica que, en su veinte cumpleaños, tiene un encargo especial en su trabajo: llevar la cena al dueño del hotel. Dicho hombre le hace pedir un deseo y le promete que algún día se cumplirá. Pasados diez años volvemos a encontrarnos con la protagonista, que nos contará si su deseo se cumplió o no. El relato tampoco es una maravilla, pero estas ediciones ilustradas son bastante chulas.
52. «Bellísimo Hervé», de Olga Guirao. Otra de las lecturas para el club de Fe de erratas. Se trata del relato en primera persona de Fonsi Trebi, un escritor gay con diversos TOC que vive en Barcelona en los años setenta. Si bien el libro se lee fácilmente y tiene ciertos puntos interesantes (sobre todo la visión que da del mundo editorial de esa época), se hace complicado empatizar con el protagonista, que te cae mal desde el primer momento porque se considera un mártir y todos los males le acuden. Que no digo que no tuviera mala suerte con las cosas que le pasan, pero es que tampoco hacía el hombre porque le fueran mejor las cosas. En fin, me pareció un libro prescindible.
53. «Cómo ordenar una biblioteca», de Roberto Calasso. Regalo de Sonia, este pequeño ensayo más que ser una explicación de cómo debemos ordenar nuestras bibliotecas es un conjunto de visiones sobre cómo puede ser la relación del ser humano con el libro, a nivel bibliófilo, librero, bibliotecario, escritor, lector, etc. Una lectura interesante, aunque defraudó un poco mis expectativas por no ser lo que esperaba por el título del mismo.
54. «Formas de estar lejos», de Edurne Portela. Vuelvo a mi querida Edurne con uno de sus anteriores libros que tenía aún pendiente. Esta novela, presenta una violencia algo más oscura que la de «Mejor la ausencia», que era más directa, pues se vislumbra en la relación que mantienen los dos protagonistas, se lee en el miedo de ella y en la agresividad de él. Ambientada en Estados Unidos, la novela cuenta la historia de Alicia, estudiante y futura profesora universitaria que decide quedarse en el país tras enamorarse de Matty, un joven con aspiraciones que no conseguirá llegar a nada, y que parece culpar de ello a Alicia. Es en esa distancia con respecto a su lugar de origen (España) que Alicia comienza a habitar una soledad silenciosa que le irá minando su personalidad poco a poco. Un libro muy interesante.
55. «Alguien que te quiera con todas tus heridas», de Raphael Bob-Waksberg. Regalo de Sonia y Olga por mi cumpleaños, también es una lectura algo diferente a lo que estoy acostumbrada, pues es de carácter humorístico (el escritor es el creador de Bojack Horseman). El libro presenta dieciocho historias dispares entre sí en cuanto a su longitud y cómo están contadas, cuyo nexo de unión son las relaciones humanas, mayormente las de pareja. En casi todas las situaciones hay un poso de amargura por la imposibilidad de entendimiento y por cómo es la propia vida y modo de ser de las personas. Alguno de los textos me pareció curioso, ligeramente simpático, pero no es mi tipo de humor, la verdad.
56. «La stanza di sopra», de Rosella Posterino. Primera novela de la autora, se trata de la historia de una joven que vive dos realidades totalmente opuestas: fuera de casa es extrovertida, estudia poco y busca la compañía de chicos más mayores. Dentro de casa reina el silencio, puesto que en la habitación de arriba está el padre enfermo, que lleva en cama sin hablar más de diez años. Una situación de la que no puede evadirse por mucho que lo intente. Una lectura amena, sin más.
57. «Friday Black», de Nana Kwame Adjer-Brengah. Conjunto de relatos distópicos ambientados en una Norteamérica de capitalismo aún más exacerbado, habitada por una sociedad totalmente deshumanizada, libre de sus valores. Los relatos podrían ser perfectamente capítulos de Black Mirror: hombres de color tomándose la justicia por su mano al modo del KKK, gente luchando a muerte por productos en las rebajas, un día de la marmota pre catástrofe nuclear, etc. La calidad de los relatos es variable, pero las imágenes que presenta son muy potentes. Lo recomiendo para aquellos a los que también les gustó la serie antes mencionada.
58. «Más allá del invierno», de Isabel Allende. Lectura 100% veraniega, último recurso de unas vacaciones en las que había agotado todas mis lecturas viajeras. El libro cuenta tres historias entrelazadas, la de un profesor universitario algo estirado con problemas para relacionarse, una fogosa profesora visitante chilena que busca algo de calor en el gélido invierno neoyorquino y una inmigrante ilegal guatemalteca que trabaja como criada para una pareja de ricachones infelices. Un acontecimiento hará que la vida de estas tres personas coincida, de modo que no les quede otra que hacer frente común y, ya de paso, arreglar sus propias vidas. Vamos, que es como ver una peli facilona norteamericana un domingo de invierno, jeje.
59. «Aún no se lo he dicho a mi jardín», de Pía Pera. Un ensayo muy interesante, al estilo de «El sonido del caracol salvaje al comer» que leí el año anterior, en el que la naturaleza es remedio para el alma de aquellas personas que tienen enfermedades que les llevan a permanecer mucho tiempo inmóviles. En esta ocasión la escritora Pía Pera encuentra en su jardín en la toscana, creado desde cero por ella misma como la obra de su vida, aquella fuerza que poco a poco le va arrebatando la enfermedad degenerativa que la consume. Escrito a modo de diario, me pareció muy interesante ver cómo evoluciona el sentir de la escritora, cómo le afecta su enfermedad a nivel individual y social, sus cambios de humor y devenir según se encuentre cada día. En muchas ocasiones los enfermos son tratados como apestados, pero nadie es libre de encontrarse en una situación parecida, y tener referentes en otros sobre su sentir puede hacer mucho bien a otros. Un libro necesario.
60. «Miss Marte», de Manuel Jabois. Como «Malaherba» me gustó tanto, no dudé en leer la nueva novela de Jabois, que además venía precedida de muy buenas críticas. La novela en esta ocasión parece algo menos personal, puesto que se acerca más al género negro que al de escritura en primera persona, aunque también está ambientada en terreno conocido para el autor. El libro reconstruye un suceso ocurrido años atrás, cuando la hija de Mai Lavinia (la apodada Miss Marte) desaparece durante su boda. Berta Soneira, periodista, quiere rodar un documental sobre ello, y para ello entrevista a todos aquellos que formaban parte del entorno de esta misteriosa chica, que apareció en aquel pueblo gallego parecía que huyendo de algo, y que entró a revolucionar la vida de todos por aquel entonces. El relato está bien entramado y consigue mantener el interés sobre quién era realmente Mai y por qué sucedió todo aquello; si tener más pretensiones que esas, me pareció una lectura amena, sin complicaciones, aunque me gustó menos que su anterior novela.
61. «Mugre rosa», de Fernanda Trías. Nueva lectura del club Fe de erratas, en esta ocasión de mi elección. También se trata de una historia distópica, en este caso la de un lugar de costa donde algún hecho desconocido ha contaminado el aire, produciendo extrañas enfermedades a quién lo inhala. En algún momento se pidió a la gente que se mudase al interior, donde parece que este extraño fenómeno no les afecta, pero quiénes han decidido quedarse viven confinados. La protagonista, que cuida a un niño de familia rica cuya enfermedad es que se come cualquier cosa que encuentre a su alcance, ahorra el dinero que le dan para, supuestamente, poder irse fuera de aquel lugar y vivir holgadamente. Pero su vida se encuentra sumida en un profundo sopor que parece llevarle a no sentir nada…Me pareció una lectura entretenida, aunque creo que la autora no ha conseguido sacar todo el partido que podía tener esta situación.
62. «Un sándwich en Ginza», de Yoko Hiramatsu y Jiro Taniguchi. Una de mis compras de la Feria del libro del 2021 a la que le tenía muchas ganas porque, juntando gastronomía japonesa con ilustraciones de Taniguchi, ¿qué podía salir mal? Bueno, lo que sale mal es no poder degustar cada uno de los platos que se describen en el libro, ¡claro! xD El libro, nos invita a recorrer en sus distintos capítulos distintos restaurantes y platos de la mano de una crítica gastronómica, describiendo a la perfección las sensaciones que le produce cada una de las comidas. ¡Una auténtica delicia!
63. «Las voladoras», de Mónica Ojeda. Libro de relatos, préstamo de Ángel, que se sitúa en la línea de otros textos de autoras sudamericanas que he leído últimamente (Mariana Enríquez, María Fernanda Ampuero o Samantha Schweblin entre otras) que te dejan siempre con una sensación de desasosiego por vivir realidades muy duras, donde la violencia está a la orden del día. Y es que las imágenes que presentan sus relatos son aterradoras, porque mezclan lo real con lo ficticio que en otra circunstancia parecería imposible, pero en la suya no es algo descabellado. En este caso, no todos los relatos son igual de potentes, pero varios de ellos ponen los pelos de punta. Recomendable.
64. «Mujeres enfermas», de Hugo Álvarez Gómez. No sabéis las ganas que tenía de que por fin mi amigo Hugo se decidiese a publicar sus obras de teatro, puesto que, una vez representadas, parece que han quedado en el olvido…pero sus textos merecen ser leídos también, porque hay algo especial en su forma de narrar, una visión tragicómica de la vida que nos hace revolvernos incómodamente en nuestras butacas (ya sea en el teatro o en casa). Así que por fin tomó la decisión de auto publicarse con Amazon y, aunque no sea muy fan de esta empresa y su modus operandi, creo que el resultado ha quedado bastante bien, sobre todo porque ha sido él mismo quién lo ha diseñado. «Mujeres enfermas» fue la última obra estrenada por El dilema teatro, su compañía, y cuenta a través de siete historias, protagonizadas por mujeres de distintas edades y vidas, cómo siguen produciéndose dinámicas sexistas que impiden alcanzar una sociedad realmente igualitaria. Muy recomendable.
65. «Apuntes de un cocodrilo», de Qiu Miaojin. Libro de la editorial Gallo Nero que me compré por recomendación de la chica que estaba en el puesto de la editorial en la Feria del libro. Me pareció una lectura interesante por ser de autora taiwanesa y estar ambientada en una realidad desconocida para mí. Los protagonistas, jóvenes estudiantes universitarios, son personas que viven al margen de la sociedad por su identidad sexual, y es por ello mismo que llevan vidas algo atormentadas e insatisfactorias, porque aunque en ese momento gozan de cierta libertad saben que no pueden llevar una vida pública normal. En esta situación, su único respiro lo tienen cuando están entre amigos que comparten su misma situación.
66. «Tienes que mirar», de Anna Starobinets. Un ensayo potentísimo y estupendamente escrito, que relata sin tapujos el proceso de aborto (por motivos sanitarios) de la autora en Rusia. Desde el primer momento empatizas con la autora, y pone los pelos de punta imaginarse viviendo su frustración y malestar por cómo tratan a la mujer allí en este tipo de situaciones. A lo largo del libro Starobinets cuenta cómo vive a nivel personal su situación, sus averiguaciones sobre cómo es el proceso para abortar en Rusia y la comparación con cómo es el proceso en Alemania, donde finalmente decide ir a abortar. Una lectura fundamental.
67. «La cigarra del octavo día», de Mitsuyo Kakuta. Libro del club de lectura de Fundación Japón en su ciclo Matriz. Creo que fue el año pasado que leí otro libro de la autora, «Ella en la otra orilla», y como me había gustado me animé a apuntarme por primera vez a este club de lectura. Se trata de una historia de huida, la de una mujer que decide secuestrar a la hija de su examante, que tendría la misma edad del bebé que ella abortó (a petición de él). En su camino a un lugar donde no puedan encontrarla se topará con distintas personas que la ayudarán en cierto modo, cada una con sus motivaciones particulares, y logrará vivir un tiempo apacible hasta que, como no podía ser de otro modo, terminen por encontrarla. En la segunda parte del libro la protagonista es esa niña que fue secuestrada, y también resulta interesante ver cómo ha sido su vida después. Una historia que engancha, recomendable.
68. «Pasar el invierno», de Olivier Adam. Conjunto de relatos de soledades y distancias ambientados todos ellos en invierno, que tratan de dejar la sensación de que es una estación que pasa. Pero mientras te parece vivir en una noche eterna, de vidas dispares que no encuentran acomodo ni calor en ninguna parte. Se lee rápido, pero no me aportó demasiado.
69. «Sin miedo», de Judith Butler. Ensayo propuesto por Tony para el Club de lectura de Fe de erratas. La premisa inicial lo pintaba muy interesante: «la autora rastrea, en este nuevo libro, las formas de resistencia a las múltiples modalidades de violencia -desde la tortura por razones políticas, los crímenes contra mujeres, hasta la decisión de negar los horrores del pasado, el desprecio contra los migrantes o la desigualdad global- que caracteriza a nuestras sociedades contemporáneas». Pero, a pesar de ser bien corto, me pareció una lectura complicadísima, de esa que tienes que leer una y otra vez el mismo párrafo para enterarte de algo. Una pena, porque las ideas que quería transmitir son interesantes, pero me quedé con la sensación de no haberme enterado de nada.
70. «La desaparición», de Julia Phillips. Libro de Bookish del que había leído buenas críticas y que me dejó mi suegro (aunque me había avisado de que no le había gustado mucho). El caso es que a mi tampoco me convenció. El comienzo de la historia pinta bien, hay un secuestro de dos niñas en Kamchatka y piensas «posiblemente se trate de una novela policíaca». Pero según avanzan los distintos capítulos ves que esa historia que creías principal pasa a ser secundaria, y te cuentan otras tantas historias supuestamente relacionadas pero que dan la sensación de irse por las ramas…Solo sé que me costó leerlo, me pareció una lectura densa y sin interés.
71. «Aquel día», de Willy Ronis. Siempre me han gustado los volúmenes que aúnan fotografías con texto explicativo, así que aunque no conocía a Willy Ronis me apeteció leer este libro, que además tiene una edición conjunta preciosa de Errata Naturae con Periférica. A través de 50 fotografías recorremos la cotidianeidad de Francia y del propio autor; son imágenes tomadas en sus paseos por el país, de personas anónimas, y en los textos el autor hace un ejercicio de rememoración (¡a sus 96 años!) explicando cómo surgió aquella toma y quiénes aparecen en ella. También hay textos e imágenes más íntimas, sobre todo de los últimos años, durante la enfermedad de su mujer. Un libro muy recomendable.
72. «Momoko y la gata», de Mariko Koike. Libro que gané en un concurso de Fundación Japón en Instagram. A raíz de la aparición de una gata en su casa, la protagonista, ya anciana, recuerda una vivencia traumática de su juventud, cuando estuvo trabajando en la casa de un pintor cuidando a su hija. Aquella niña solamente tenía ojos para su gata, pero poco a poco la protagonista se va haciendo un hueco en su vida, y también en la de su padre…aunque todo cambia cuando aparece una bella mujer que quiere casarse con el pintor y ser la madre de la niña. Suena muy a culebrón, pero no lo es tanto, jeje. Una lectura amena con cierto punto de tensión.
73. «Seni e uova», de Mieko Kawakami. Segunda vez que leo este libro, en esta ocasión para el club de lectura de Fundación Japón del ciclo Matriz, pero esta vez lo leo en su versión completa en italiano (que salió antes que en España, y que yo me compré después de enterarme de que la edición que me leí primero era un trocito ínfimo del conjunto total). En esta nueva lectura descubrí un libro diferente, porque no solo está compuesto por la primera parte que era la de la edición anterior, sino también por una segunda parte en la que se ahonda en el tema de ser madre soltera en Japón, cómo se concibe en la sociedad, las distintas opciones que existen para ello, etc. Me resultó muy interesante, lástima que las ediciones se compongan de dos partes tan diferenciadas entre sí.
74. «El matrimonio anarquista», de Begoña Méndez y Nadal Suau. Lectura propuesta por Isma para el Club de Fe de erratas. Se trata de un conjunto de cartas que ambos escritores (que comparten también trabajo en Palma de Mallorca como profesores de Escuela de Adultos) se «envían» durante el confinamiento y posteriormente, en la que hablan muy poéticamente pero sin medias tintas de su decisión de casarse, su relación y su vida. Sin duda, una de las mejores lecturas del año por el ahondamiento en lo personal y su originalidad.
75. «Historias de Nueva York», de Enric González. Préstamo de eBiblio que me llevé para mi viaje a Nueva York. Se trata de un conjunto de pequeñas crónicas del periodista escritas durante el tiempo que trabajó como corresponsal en la ciudad, en las que cuenta su búsqueda de piso, encuentros con personalidades famosas, descubrimiento de la ciudad, etc. Me vino muy bien como primera aproximación al viaje, la verdad 🙂
76. «Un día más con vida», de Ryszard Kapuscinski. Siempre es bien leer a Kapuscinski, y tras haber visto la película que hicieron de esta crónica me apeteció leerlo. En esta ocasión el periodista se encuentra en Angola en el momento en que se declara su independencia de Portugal. Es un momento delicado, de lucha de guerrillas por hacerse con el poder, y durante tres meses Kapuscinski decidirá permanecer allí mientras todos los extranjeros abandonan el país, y día tras día infravive esperando el momento en que el país vuelva a funcionar, y teniendo como el momento más esperado de cada jornada el telefax enviado por su periódico. Todo un relato periodístico al que merece la pena acercarse.
77. «El Génesis». Otro de los Clásicos Liberados de Blackie Books, que son sobre todo ediciones preciosas, con textos adaptados para acercarse a esos clásicos con los que a veces cuesta ponerse, comentadas, ilustradas y ampliadas. He de decir que el texto original, que conocemos en buena parte porque nuestra educación en España ha sido católica, es entretenido hasta más o menos la historia de Noé, pero luego empieza con los cien mil hijos que tiene cada uno de los descendientes de los hombres originarios y es una lata, jeje. Pero quitando eso no me resultó una lectura pesada. Recomendable.
78. «¿Qué hacemos con los idiotas?», de Maxime Ranore. Libro propuesto por Mario para leerlo en el Club de Fe de erratas pero que finalmente se quedó segundo. Se trata de un ensayo algo particular, escrito por un filósofo que dice haber estado trabajando muchos años en la concepción teórica de los idiotas. En este volumen, dividido en pequeños capítulos, establece ciertas pautas a seguir frente a los idiotas con el fin de «no convertirse en uno de ellos» (como reza su propio subtítulo). Lo cierto es que tiene ideas interesantes, sobre todo para comprender cómo piensan y actúan los que él llama idiotas, que no dejan de ser las personas que no admiten a discusión sus razonamientos. Una lectura curiosa.
79. «Los extraños», de John Bilbao. Precedido por su fama, Jesús se hizo con este libro en la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid. Y en este caso me parece que las buenas críticas estaban fundamentadas, porque aunque es una historia aparentemente sencilla te deja con una sensación de extrañamiento y malestar que es difícil de conseguir. No desvelaré mucho, pero la historia comienza en un pueblito de costa asturiano donde vive temporalmente una pareja de traductores. Una noche se ven unas extrañas luces sobrevolando el pueblo, quizás podrían ser habitantes de otro planeta, y al día siguiente llegan de visita un primo lejano del protagonista, al que no recuerda demasiado, y una mujer muy particular. Lo demás os dejo que lo descubráis vosotros mismos, jeje. Muy recomendable.
80. «La felicidad del lobo», de Paolo Cognetti. Préstamo de la bárbara Sonia (jeje). Como nos había gustado tanto «Las ocho montañas» partíamos de altas expectativas y claro, se vieron defraudadas. También aquí hay montañas inhóspitas e inviernos largos e insondables, pero por cómo está contado, como muy por encima, da la sensación de ver desde lejos al protagonista reconvirtiendo su vida después del divorcio, su trabajo de cocinero en un refugio, su evolución personal…Sinceramente no empaticé ni con el protagonista ni con la historia. Una pena, Cognetti.
81. «Sálvora. Diario de un farero», de Julio Vilches. En este ensayo, un funcionario farero nos relata sus peripecias en el faro de la isla de Sálvora, competencia actual de la Autoridad Portuaria de Vilagarcía de Arousa, entre los años ochenta y la primera década del siglo XXI. Y oye, algo trabajan los fareros, pero la sensación que transmite el libro es de pura vida y disfrute en la isla, sobre todo en los primeros años por empezar a trabajar en la treintena y que su trabajo era mucho más independiente al no depender del sistema de puertos nacional. Que si visitas de familia y amigos, fiestas locas, meses de permiso para viajar por el mundo…con el paso de los años, cuando forma familia, la cosa se tranquiliza un poco, pero la sensación que transmite el libro es la de haber vivido unos años dorados. Envidia de la buena, jeje.
82. «La herencia de la madre», de Minae Mizumura. Una de las recomendaciones de Fundación Japón que se quedó fuera del ciclo Matriz. Como no conocía a la escritora me apeteció leerlo, y si bien la historia me ha parecido interesante, creo que la traducción me ha hecho distanciarme mucho de ella. El libro relata, desde el punto de vista de una de las hijas, cómo es la relación de su madre con ella y su hermana. La primera parte se centra en cómo ellas afrontan el proceso degenerativo y la muerte de su madre, y la segunda es más sobre el proceso de superación de la protagonista tras dicha muerte. La primera parte es claramente más potente que la segunda, pero aún así es un libro interesante por presentar una historia algo diferente.
Parecía difícil dado que este año no hubo un confinamiento, pero he leído más que el año pasado, que siempre es uno de mis propósitos encubiertos, jeje.
En lo que respecta al mundo del noveno arte, este semestre también ha habido muy buenas lecturas. En manga terminé por fin los 38 volúmenes de «Ranma 1/2» de Rumiko Takahashi (cuyo anime me gustaba mucho, pero a día de hoy me cansa tanta repetición de situaciones aunque estén protagonizadas por distintos personajes), pero me dio mucha pena terminarme los 5 tomos de «Metamorfosis BL» de Kaori Tsurutani (la historia de amistad de las dos protagonistas, unidas por sus gustos literarios, me llegó bien dentro). Me sorprendieron «Mi experiencia lesbiana con la soledad» de Kabi Nagata y «My broken Mariko» de Waka Hirako por lo crudas que son las historias que cuentan. Me gustó también «Undercurrent» de Tetsuya Tayoda (cómo continúa la vida de una mujer cuyo marido ha desaparecido mientras gestiona un balneario), pero Inio Asano me dejó a cuadros con su «Héroes» (definitivamente se le ha ido la pinza, jeje). También es para mear y no echar gota «Aquella vez que me reencarné en Yamcha» de Akira Toriyama y Dragongarou Lee (¿había otro personaje peor en el que reencarnarse? Bueno, vale, quizás Woolong era aún peor).
En cuanto al mundo del cómic, hubo más lecturas del caballero oscuro («Batman: Yo soy Gotham» de Tom King, Mikel Jamín y David Finch y «Batman. El mundo», de varios autores, que me pareció un recopilatorio muy curioso por eso de dejar libertad a autores de distintos países a que contaran la historia que les apeteciera sobre nuestro héroe enmascarado). Releí los tres primeros volúmenes de «Monstress» de Marjorie Liu y Sana Takeda antes de abordar el recién salido cuarto volumen (que sigue siendo una pasada en cuanto a dibujo). «Sabrina» de Nick Drnaso (sobre la desaparición de una mujer y cómo viven el hecho su novio y un amigo suyo) es bastante perturbadora, lo mismo que «Los años de internet» de Damian Bradfield, que presenta un mundo no tan distópico en el que los comportamientos de la sociedad se ven claramente determinados por las nuevas tecnologías. «Giganta» de Nuria Tamarit y JC Deveney es una auténtica preciosidad (en lo que se refiere a dibujo e historia, por no hablar de la edición), y la historia de «Papel estrujado» de Nadar también me mantuvo bastante enganchada.
En un estilo algo más fantástico he leído «Heathen» de Natasha Alterici y Ashley A. Woods, un cómic LGTB+ de mitología nórdica. También he leído por primera vez varias historias de «Black sad» de Díaz Canales y Guarnido, de corte policíaco y con un dibujo muy chulo, y me ha sorprendido muy gratamente el tándem Ed Brubaker y Sean Phillips con «Pulp», una historia negra estilo western. Volví a leer a Jaime Martín, esta vez con «Las guerras silenciosas» (relato de la experiencia de su padre como soldado en Marruecos), y también he releído «Edén» de Kioskerman (sus originales tiras de cuatro viñetas de estilo poético y fantástico).
Además me he adentrado en el mundo de ciencia ficción Frederik Peeters con sus obras «Castillo de arena» (en la que trabaja junto a Pierre Oscar Levy y en el que se basa la película «Old»), «Lupus» y «Aama», estas dos ambientadas en otros planetas con historias bastante intrigantes. Me hice por azar con «El regreso del halcón abejero» de Aimée de Jongh (sobre sucesos que cambian el rumbo de tu vida) y me pareció entretenido, lo mismo que «Cappuccino Commotion» de Rosa Navarro (un cómic sobre el descubrimiento personal y la importancia de la estabilidad emocional). Por último, leí «Efectos secundarios: 19 historias del covid», un compendio de historias cortas sobre el covid hechas por artistas nacionales, de mayor o menor interés, pero me pareció un proyecto interesante.
Por último, he seguido suscrita a las revistas Ballena Blanca, Salvaje y Eikyo, y también me hice con el especial de The Passenger: Turquía.
Lo esperaba como agua de mayo… ¡Biennn! He tomado nota de algunos «Muy recomendables» y qué divertidos son tus comentarios mordaces… 😛
¡Ya me dirás si te gustan los seleccionados! Y muchas gracias por ser fiel seguidora de mi post de lecturas, jiji
Llega un momento que parece que si no lo has leído tú, es que no existe! Vaya ritmo de lecturas!!
¡Anda, anda! Pues anda que no tengo libros en la recámara (y lo sabes…)