Hoy caminamos en busca de las Xanas o hadas asturianas, personajes mitológicos que habitan en ríos y cascadas. Se trata de una ruta corta, de unos 8 kilómetros ida y vuelta, y, según la mayoría de guías, ideal para toda la familia. Yo apuntaría que eso en el caso de que no haya ningún miembro con vértigo o nervioso, por eso de que le de por lanzarse al precipicio. Psh, menudencias…
Lo que más me ha gustado (quizás porque no me lo esperaba) ha sido el cambio de paisaje rocoso del desfiladero recubierto de musgo al tupido bosque de la parte superior, donde por fin caminamos a la vera del arroyo. Xanas no hemos visto, la verdad, pero sí cabras (de lejos) y sus excrementos (de cerca), además de unas vistas estupendas que, gracias a la vuelta de las lluvias, han resultado del tipo asturiano que más me gustan.
En definitiva, ha resultado un paseo de lo más agradable, bajo una lluvia suave y a una temperatura idónea. Un placer para los sentidos, sobre todo teniendo en cuenta que después nos hemos zampado un buen plato de gastronomía local 🙂