La belleza de las entradas toscanas
Como ya sabéis, me encantan las puertas y ventanas. Creo que dicen mucho de los lugares, del modo en que se entiende la vida interior y exterior en cada país. En Escandinavia, por ejemplo, siempre se puede ver el interior, puesto que, debido a la escasa luz, no usan casi cortinas ni persianas. Es por eso que decoran siempre de cara al exterior las ventanas.
En Italia, o por lo menos en Toscana, la vida también se externaliza, pero no desde el interior de la casa, sino en las entradas. En los pueblos que he visitado de la Toscana son abundantes las plantas, hermosas y lozanas. También he visto «mensajes especiales», pero ese será otro post. 🙂
Es agradable pasear por cualquier calle, grande o pequeña, y verlo todo verde, espléndido, decorando sus, en muchas ocasiones, puertas y fachadas antiguas sin restaurar. Le da un aire cotidiano a los pueblos y ciudades.
Abilia Elliot, bailarina
Una tarde de miércoles, en la plaza del Duomo, la gente descansaba sentada en el muro mientras escuchaba a dos músicos tocando frente a la entrada. Ya estaba atardeciendo y el color del Duomo empezaba a colorearse con la puesta de sol, y durante ese momento mágico, Abilia Elliot, una futura gran bailarina, comenzó a girar y girar…
Por supuesto, como no
Siena
Comienzo nueva etapa en mi vida, un gran cambio en todos los sentidos. Siena es mi nueva ciudad de acogida, pero solo temporalmente, porque tras un mes iré a Roma.
Cambio de casa, de ciudad, de país, de hábitos, de rutina, y, sobre todo, cambio de compañía…Resulta complicado cuando se tiene una realidad más o menos estable llevar a cabo el salto, pero, como me ha dicho mucha gente, si no hubiera tomado la decisión me habría arrepentido, ¡así que aquí estoy! Con nostalgia de muchas cosas, pero tratando de vivir de acuerdo a mí misma esta nueva experiencia.
Las primeras sensaciones sobre la ciudad son muy buenas; es pequeña pero tiene mucha vida, con pequeños comercios, turismo, trasiego en las calles, etc. Sorprende especialmente lo que es su distintivo más característico, la Piazza del Campo, con la torre del Palazzo Comunale. Uau. Te deja sin aliento la primera vez que la ves, porque nunca imaginas que vaya a ser tan grande (la plaza, aunque también es válido para la torre), porque está escondida tras unos cuántos edificios, porque es cóncava, porque hay muchísima gente…¡y porque cambia de color según el momento del día!
Pero Siena también está llena de pequeñas e intrincadas calles, adornadas con banderas de múltiples colores, correspondientes a los distintos «distritos» de la ciudad, que tienen también su propio símbolo animal (caracol, rinoceronte, unicornio, lobo…). Y, entre ellas, también se encuentran callejas silenciosas, donde se respira tranquilidad y también intimidad de la gente en sus casas.
Un nuevo lugar que descubrir, un pueblo que conocer, una nueva vida a la que habituarme…