julio 12

Cumpleaños en la Camorca

Otro año más subimos a la Camorca para celebrar los cumpleaños de los miembros originarios del excelso club de senderismo de Trochili Mochili.

En esta ocasión comenzamos a caminar en La Granja, recorrimos el camino de las pesquerías reales, pasamos por la Pradera de Valsaín y ascendimos por la cara de la montaña que aún no conocíamos, pasando por la Camorquilla. Un camino con muuuucha pendiente e infinitamente menos transitado que la parte de la Fuente de la Reina; quizás por ello tuvimos la suerte de ver un zorro  😀  

En lo alto, como siempre, nos esperaba una puesta de sol espectacular, además de una cena estupenda junto al refugio donde más tarde dormimos (mucho mejor que otras veces). 

¡Celebraciones de cumpleaños como esta sí que molan!

diciembre 31

Adiós 2017

Adiós a otro año más (¡y ya van 33 y medio!), repleto de vivencias (buenas y malas), trabajo (virgencita, virgencita, que me quede como estoy), mucha cultura (libros, cine, teatro, zarzuela, conciertos), buena gastronomía (también mala, pero esa es mejor no recordarla), caminos (viejos y nuevos) que recorrer, y muchos (muchos) viajes. Con la suerte, además, de haber disfrutado de todo ello acompañada por muy buena gente con la que comparto existencia.

Veamos ahora qué nos depara el 2018…¡que comience la función!   

Artíes, Valle de Arán, España. 2017.

noviembre 22

Allá en la Patagonia chilena

ihortal-1240Allá en la Patagonia chilena, en ese espacio del mundo donde no hay pueblos dispersos sino solo tres pueblos entre estepas inmensas. A unas horas en que el día está por comenzar, en uno de esos días fríos de invierno de cielo despejado, allá en la Patagonia chilena, tan solo unos pocos senderistas recorríamos en autobús la distancia entre Puerto Natales y el Parque Nacional Torres del Paine.

Y, en medio de ninguna parte, paramos cerca de este café. Un café que habrá visto nevadas que lo habrán dejado aislado, por el que habrán pasado tantos y tantos viajeros en su camino al Paine. Aquel día de finales de invierno, yo pisé ese café. Y me sorprendió encontrar un grupete de senderistas hablando en español sobre el sometimiento de los pueblos. Y la conversación, entre una australiana, un italiano y una chilena (que trabajaba en el café), la guiaba un catalán.

Yo no soy nadie, y por ello sé que mis opiniones no valen nada. Y menos cuando uno está al otro extremo del mundo, viendo algo que, posiblemente, no volverá a ver jamás. ¿Por qué no basta con sabernos afortunados por poder estar allí? ¿Por qué no es suficiente con lo increíble que es el mundo? ¿Por qué somos siempre tan egocéntricos?

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