Bauhaus-Archiv
Ercole e Lica
Estudio de la escultura «Ercole e Lica» de Canova.
Museo d’Arte Moderno di Roma.
El mito: Licas, por orden de Deyanira (la esposa de Hércules), lleva al héroe una túnica envenenada por la sangre de Neso. Hércules, furioso, agarra a Licas por los pies y lo lanza al mar, donde se convierte en roca, y, posteriormente, Hércules muere por los dolores de las quemaduras provocadas por la túnica.
Vamos, que Deyanira mató dos pájaros de un tiro.
Museo Plantin-Moretus
El museo Plantin-Moretus, situado en Amberes (Bélgica), es todo un lujo para los frikis del mundo editorial, tanto desde el punto de vista del productor o impresor como del amante del objeto resultante (el libro).
Dicho museo rinde honor a los impresores Christoffel Plantijn y Jan Moretus. La imprenta fue fundada en el siglo XVI por Plantijn, y tras su muerte pasó a ser propiedad de su yerno Jan Moretus, que en 1876 vendió la imprenta a la ciudad de Amberes. Al año siguiente las estancias y la imprenta fueron abiertas al público, y en 2005 el conjunto de la casa, talleres y museo Plantin-Moretus fue designado como lugar Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Uno de los documentos más valiosos que puede verse en la visita es la Biblia Regia.
El Museo Carl Milles
En mis viajes suelen encontrarse como visitas predilectas las casas-museo de artistas, porque, por lo general, tienen un encanto especial. Eso de poder entrar al lugar donde el artista trabajó y vivió tiene un punto de invasión de la intimidad que te convierte en un voyeur superficial, un cotilla del arte, sensación que se complementa con el íntimo trabajo que suelen contener algunas de estas casas (fotos y retratos de familia, con esas miradas de reconocimiento no destinadas a ti, que nunca compartiste su espacio-tiempo).
En Estocolmo tuve la suerte de visitar el Millesgarden, vivienda y estudio del escultor Carl Milles (que, por cierto, fue alumno de Auguste Rodin en París, cuya casa-museo también visité – y de la cual espero subir las fotos algún día -), muy recomendable. Está en un emplazamiento magnífico, a la orilla de la isla Lidingö, en un barrio residencial compuesto principalmente por chalets. El conjunto no es de gran tamaño, pero el jardín es bastante amplio, y caminar por él te evade sin casi darte cuenta del ajetreo de la ciudad. Las esculturas de bronce se mimetizan con el paisaje, las fuentes lo alargan, y la casa descansa como dándose poca importancia ante la inemnsidad del paisaje sueco, infinito en su planicie. Dentro, el taller y otras estancias rutinarias para Milles, silenciosas, íntimas.
En definitiva, un lugar donde las esculturas se encuentran a sus anchas siendo acariciadas por el viento.