junio 8

Kumano Kodo

Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2004, los «Sitios sagrados y rutas de peregrinación de los Montes Kii» constituyen hoy día un conjunto de caminos de peregrinación ubicados en la península de Kii (Japón). De los cuatro itinerarios propuestos, nosotros nos decidimos por la Ruta imperial, la que antaño hacían los emperadores, compuesta de cuatro etapas que llevan a dos de los tres templos principales del Kumano kodo, pero cambiando el último día de caminata por la visita al templo restante. 

Comienzo del Kumano Kodo en Takijiri-oji.

Un paisaje habitual del Kumano Kodo.

El camino está amenizado por pequeños templos, casetas donde sellar nuestra credencial y esculturas rodeadas de ofrendas.

¡Las vistas en todo momento son impresionantes!

 

Se trata de un camino muy recomendable, no excesivamente transitado (y eso que lo recorrimos en la Golden Week) y no demasiado complicado (aunque las subidas y bajadas se las traen, que los japoneses parecen no saber lo que son las zetas para hacer cuestas con menos pendiente). Sobre todo sorprende por sus paisajes, de bosques muy densos y pequeñas montañas, su fauna (vimos muchos cangrejos como el de la foto que sigue, alguna culebra, mariposas y pájaros…¡incluso una cabra japonesa que nos recordó mucho al espíritu del bosque de «La princesa Mononoke»! 🙂 ) y por ser una interesante opción para recorrer un Japón algo más desconocido.

agosto 4

El camino de la hoz

El pasado 2 de junio tuve la oportunidad de volver a las hoces del Duratón. Ya las conocía desde arriba (las vistas desde la ermita de San Frutos son impresionantes) y desde el agua (hay algún tramo que puede hacerse en piragua), pero aún no había caminado al lado del río, dentro de la hoz, y la verdad es que la experiencia es 100% recomendable, sobre todo si puede hacerse algún día en que el camino esté poco transitado, puesto que es más fácil sentirse en plena naturaleza de ese modo. De hecho, por tratarse de una zona protegida por la cría de rapaces (del 1 de enero al 31 de julio), el número de personas que puede acceder ya se ve algo limitado dado que hay que solicitar una autorización para acceder en la Casa del parque de las Hoces del río Duratón.

El camino, de unos 21 kilómetros en total (ida y vuelta), es de fácil recorrido, puesto que se trata de un sendero casi llano a la vera del río. El paisaje transcurre sinuosamente siguiendo la hoz entre árboles y vegetación exuberante (por lo menos en primavera), repleta de vida y sobrevolada por los famosos buitres leonados, cuyos nidos pueden verse en las laderas de la hoz.

noviembre 1

La ruta del cráter de ceniza

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Otra de las rutas que hicimos en el viaje a Islandia fue la subida (y bajada, claro está) a un cráter de ceniza, producto de una explosión de gas. Sin duda es algo imponente, aunque no tanto como un volcán, pero llaman la atención su anchura y constitución.

La ruta la hicimos de unas dos horas y media, con un camino previo desde el punto de información hasta la base del cráter, para después subir por una cuesta muy empinada en zig zag hasta lo alto. En este trayecto no tardamos demasiado tiempo, aunque la subida sí resultó algo costosa.

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Buena parte del tiempo de ruta lo empleamos en rodear por completo el cráter, puesto que desde arriba las vistas de alrededor resultan impresionantes.

Una ruta recomendable, aunque mejor si no hace tanto calor como el día que la hicimos nosotros (no hay ni una sola sombra en todo el camino).

octubre 19

En las montañas de liparita

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Otra de las rutas que hicimos en Islandia fue la de la garganta de Hvannagil, bastante mal señalizada (y ni con ayuda de la guía). La ruta empezaba en una zona con cabañas de veraneo vecinas a un río, el cual había que cruzar varias veces, pero quizás en la época que el tío de la guía lo hizo no había tanta agua…vamos, que no resultó nada sencillo. Tras pasar ese primer tramo hubo que subir una pendiente algo escarpada hasta una pradera, que recorrimos hasta llegar a las famosas montañas de liparita, de un color marrón-dorado bastante increíble.

Siguiendo el recorrido por la parte alta de la garganta llegamos a una cuesta pedregosa muy empinada que debemos bajar, al final de la cual encontramos un lago algo ponzoñoso (todo sea dicho). Recorriendo el bosquecillo próximo al lago, volvemos a la zona de comienzo de la ruta.