Verso il tramonto romano
En el Altare della Patria, o Monumento nazionale a Vittorio Emmanuele II, hay un ascensor que sube hasta lo alto y desde el cual se puede ver Roma 360º. Subir con dicho ascensor cuesta 7€, por lo que una servidora no ha estado arriba. Peeeero, subiendo las escaleras de Santa Maria in Aracoeli, que está justo detrás del monumento, se accede a una terraza que está a un nivel más bajo, desde la cual se pueden ver vistas de la ciudad, aunque no desde tan alto, claro.
Disfrutar del atardecer romano es toda una experiencia, y si encima es con vistas (a los tejados, al foro), pues mejor que mejor.
La belleza de las entradas toscanas
Como ya sabéis, me encantan las puertas y ventanas. Creo que dicen mucho de los lugares, del modo en que se entiende la vida interior y exterior en cada país. En Escandinavia, por ejemplo, siempre se puede ver el interior, puesto que, debido a la escasa luz, no usan casi cortinas ni persianas. Es por eso que decoran siempre de cara al exterior las ventanas.
En Italia, o por lo menos en Toscana, la vida también se externaliza, pero no desde el interior de la casa, sino en las entradas. En los pueblos que he visitado de la Toscana son abundantes las plantas, hermosas y lozanas. También he visto «mensajes especiales», pero ese será otro post. 🙂
Es agradable pasear por cualquier calle, grande o pequeña, y verlo todo verde, espléndido, decorando sus, en muchas ocasiones, puertas y fachadas antiguas sin restaurar. Le da un aire cotidiano a los pueblos y ciudades.
Caminante, mira siempre hacia delante
El cementerio del bosque
En mis visitas a diversos países escandinavos, siempre me han llamado la atención sus cementerios, que, en lugar de ser recintos apartados de la ciudad, a los que sólo se va el Día de Todos los Santos (o para conmemorar alguna fecha importante), son parques dentro de la ciudad, con senderos y bancos, un lugar que recorrer y donde poder descansar y alejarse del ajetreo de la ciudad. En muchas ocasiones he visto a gente sentada en el césped, cerca de las tumbas, disfrutando de una charla con amigos (incluyendo bebidas alcoholicas, sí), o simplemente de un libro.
Éste es el caso de Skogskyrogarden, que aunque se encuentra un poco alejado del centro de Estocolmo, merece la pena visitar. La entrada al cementerio llama de por sí la atención porque parece estar en el paraíso; inmensas explanadas de hierba recién cortada, un templete al estilo griego, un bosque al fondo, donde se encuentran las sepulturas…
Al caminar por sus senderos es posible disfrutar de una paz y tranquilidad inemnsas.
Supongo que nuestra cultura o tradición religiosa es distinta a la escandinava, y que un proyecto así aquí puede resultar una misión imposible, pero, personalmente, me parece que éste no sería un mal lugar para pasar la vida eterna.